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Einstein y su chófer

 Cuentan que después de haber publicado su primer trabajo sobre la teoría de la relatividad, comenzaron a invitarle a distintas universidades a impartir charlas sobre ella. Pusieron a su disposición un chófer que le trasladaba de una universidad a otra y en todas ellas tenía un gran recibimiento; al final de sus presentaciones recibía larguísimos aplausos. Sin embargo, debido a lo novedoso y complicado tema que trataba, una vez finalizada las charlas, no surgían preguntas.

Albert Einstein by Yousuf KarshIban transcurriendo las visitas a las universidades y el chófer que acompañaba continuamente a Einstein y escuchaba sus conferencias en primera fila, de alguna manera ya se sentía cercano a él en el plano de la amistad.

Después de algún tiempo, el chófer se dirige a Einstein diciéndole: "profesor, me gustaría proponerle un trato; yo no entiendo una palabra del contenido de sus conferencias, pero tengo una gran memoria que me permite recordar cada una de sus palabras y sus fórmulas matemáticas; además, pienso que usted estará ya cansado de repetir siempre lo mismo y que nadie le haga pregunta alguna y al estar a su lado ya me he familiarizado con este mundillo.

Ardo en deseos de sentir los aplausos y si usted me lo permite, podríamos cambiar nuestros papeles, yo doy la conferencia, total nadie hace preguntas, mientras usted puede descansar y resolver otros problemas."

 Después de escucharle con atención, Einstein recapacita y verifica que en efecto el chófer puede dar la conferencia sin equivocarse lo más mínimo; así que accede a su petición. El chófer se deja crecer el pelo y se maquilla con el fin de parecerse más a Einstein y teniendo en cuenta  que en la siguiente universidad donde dicta su charla, el estrado queda un tanto alejado, y nadie le reconocería.

 Einstein se viste con el traje oscuro y la gorra del chófer y se sienta en la última fila del auditorio para pasar desapercibido. El chófer en el estrado, ocupando el lugar de Einstein da la conferencia de forma brillante, y al recibir el reconocimiento del público y sus aplausos, siente una sensación de gran gozo, como nunca había experimentado en su vida.

Una vez terminados los largos aplausos, resulta que de la sala surge inesperadamente una pregunta:

 "Profesor Einstein, no he comprendido todo lo que Vd., ha dicho y me gustaría que me explicase con detalle el significado de los términos de la ecuación número 3, que todavía está escrita en el lado izquierdo de la pizarra".

 El chófer le mira fijamente y enseguida le responde:

 " Mi querido profesor, mucho me extraña que usted me haga esa pregunta. Lo que Vd., quiere saber, a estas alturas, en realidad lo sabe cualquier persona; es más, se la puede contestar incluso mi chófer que está ahí sentado en el auditorio."