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El ateo y el místico

Todas las historias ilustran enseñanzas que pueden hacernos cavilar, sin ningún tipo de aceptación ciega de las verdades que transmitan. La India, tan enriquecedora de experiencias y de vivencias, me hace acercarme a grandes maestros que comparten su conocimiento de múltiples formas, y una manera de depositar su sapiencia, es a través de cuentos o historias.

Dos amigos, uno ateo y el otro místico,  discuten acerca de la fe, la meditación, las creencias, las experiencias que una religión u otra puede proporcionale a sus seguidores.

 El ateo, se dirige al místico y le dice: "Tú siempre me hablas de tu Dios, de tus experiencias, de lo sublime que es tu sentimiento y si es así, vamos, ¡ muéstrate a tu Dios, enséñame donde está, cómo es!

 El creyente, respondiendo a las preguntas de su amigo le contesta: "Verás, es algo que no puede ser mostrado, pero realmente lo siento en lo más profundo de mi ser".

 El descreído, vuelve con renovados bríos a cuestionar a su amigo:" Podrás sentir a Dios, pero no da señales de vida, no lo veo por nigún lugar, no lo siento".

 El místico, sabiendo que sería una discusión inútil e interminable, cogió un bastón que estaba sobre una mesa y empezó a golpear a su amigo. Ante los golpes recibidos, empezó a quejarse gritando: "¡ Ay qué dolor, cómo duele!

 El místico, dirigiéndose al amigo que había golpeado, le inquiere: "¡ Vamos. vamos. muéstrame tu dolor, enséñamelo, muëstramelo, donde está, no lo veo por ninguna parte!"

 A esto, el ateo replicó: "No puedo mostrártelo, pero ¡ lo siento, lo siento, con mucha intensidad".

 Al escuchar estas palabras, el místico dijo:" Ves. a mí me pasa lo mismo, yo siento a Dios intensa y profundamente pero no puedo mostrártelo, ¡ lo siento, lo siento!