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Reflexiones sobre el privilegio de Dios (1)
Estoy seguro, que os preguntáis igual que yo, cuando analizamos y profundizamos sin prejuicios, de qué manera los seres humanos empleamos nuestras facultades intelectivas. La verdad, es que no creo que nos tomemos la molestia de hacerlo, puesto que estamos inmersos en la irracionalidad más animalística de luchas fratricidas en nombre de ideales que separan, guerras, disputas y caos permanente, tanto en nuestro propio interior como su reflejo externo que es la sociedad.
Conformándonos en convencernos de que la naturaleza humana es de esa manera y no hay nada que podamos hacer para transformarla y hacer de la tierra un paraíso, incapaces de encontrar en esta vida la perfección y dicha que buscamos denodadamente, trasladamos nuestros deseo de plenitud e inmortalidad hacia una supuesta existencia eterna, donde disfrutaremos de lo que llamamos Dios. quien aguarda como juez, pendiente de acogernos en su seno o bien rechazarnos - siendo lo más curioso de esta idea, que las razones para gozar de la eternidad o sufrirla, parece ser que sólo las conocen, aquellos que las pregonan y se ponen en el "lugar de Dios", explicando sus misterios, designios y legislando en su nombre -.
Si somos medianamente observadores, comprobaremos que la palabra Dios, es el vocablo más usado y sin duda el menos comprendido. Se utilizan todo tipo de razonamientos, conceptos y argumentos, sin que caigamos en la cuenta, de que el Dios del que los seres humanos hablamos, está hecho a imagen y semejanza de la proyección de nuestros deseos, pensamientos, conveniencias, temores, esperanzas, construcciones culturales y tantas concepciones más que se puedan imaginar; de lo que no hay duda, es que ese Dios, está aprisionado y confinado en la estrechez de nuestra individualidad.
Me inclino a pensar que en los límites de los patrones de pensamiento humano se reflejan aspectos en los que no puede tener cabida lo perenne y sin embargo, puede haber mecanismos para despertar y transmutar una "Energía", en estado latente. No entran aquí disquisiciones filosóficas, ni credos, ni verdades que tienden al reduccionismo. Posiblemente, la Conciencia sin Fronteras, de la que habla Ken Wilber.
Distintos dignatarios, jerarcas e iluminados de diversas iglesias en el mundo, creen tener el "privilegio de Dios", creyéndose sus representantes, como si tuvieran acceso a lo Divino, -¿y si la divinidad estuviera en todo -?, pensando ellos, en su cortedad mental, que tal Dios está de su lado, regulando así en su nombre, conductas, vidas, pensamientos, erigiéndose al mismo tiempo en conocedores de una dimensión Suprema y Eterna, que a todos aquí se nos escapa, y colocando a su Dios en el límite más absurdo del partidismo humano, sin reparar que si utilizamos el término Omnipresencia, su sentido o significado no es otro, que todo está impregnado de su presencia; toda la Creación y todo lo creado - y no meramente una mancha diminuta en el vasto océano espacial que llamamos tierra -. ¿Es que acaso Dios - supuestamente lo más ilimitado, tiene que estar limitado a un sinfín de creencias y situarlo en un lugar o ya bien en una iglesia, templo, mezquita o sinagoga?
Dios tan partidista El, ignorando el resto de su Creación, les concede el privilegio de ser sus elegidos, como un padre caprichoso, y deshereda tanto en esta vida como en el más allá a los que no son considerados sus súbdiitos o fieles.
¡ Me parece una absoluta irracionalidad, dentro del razonamiento sobre Dios, colocarlo de un lado u otro, de acuerdo con nuestro limitado, fanático, interpretativo y sectario entender!
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