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El nacimiento de Shiva

Los grandes dioses

Un día, los grandes dioses Brahma y Vishnu se encontraban paseando por unos bellos jardines repletos de hermosas flores. El aroma del lugar era dulce y especiado y en lo alto del cielo lucía un hermoso solo que bañaba el lugar con una luz intensa y energizante.

El paseo

Durante su paseo, Brahman y Vishnu comenzaron a debatir quién de los dos era más poderoso. No conseguían llegar a un acuerdo y de repente, en mitad de su discusión, aparició una descomunal columna en llamas. Las raíces y las ramas del mismo se extendían más allá de donde alcanzaba la vista en la tierra y en el cielo.

El comienzo y el final

Ambos dioses, atónitos, corrieron hacia él para averiguar dónde se hallaban el comienzo y el final del pilar. Por más que buscaban, no lo encontraban. Así que Brahma se transformó en un ganso para volar a lo alto del pilar, para ver si descubría hasta dónde llegaba. Por su parte, Vishnu se convirtió en un jabalí y comenzó a excavar en la tierra para buscar las raíces de aquel enorme árbol.

Shiva el Dios Supremo

Justo entonces, el Señor Shiva emergió de una abertura en el pilar, para sorpresa de los dioses. Al reconocer el grandísimo poder del Señor Shiva, tanto Brahma como Vishnu reconocieron que él, Shiva, era el tercer Dios Supremo que gobernaría el universo junto a ellos.
Om Namah Shivāya

*Dibujo original de Narayani


Shiva y Parvati

Nacimiento de una princesa

Hace mucho tiempo, la diosa Sati dejó su cuerpo celestial para nacer en la tierra como la hija del rey Himavat y la reina Mena. Su nombre en aquel nacimiento terrenal fue Parvati. Su niñera, Narad Muni, cuidó de la pequeña princesa con mucho cariño y devoción. La niñera, que tenía la capacidad de ver el futuro , anunció a todo el reino que la pequeña Parvati estaba destinada a casarse con el gran dios Shiva. Desde ese intante, la princesa creció pensando e imaginando al Señor Shiva, cómo sería conocerle y ser su esposa.

Health is weath. Peace of mind is happiness. Swami Vishnu-devananda

Los amantes se conocen

Cuando la joven Parvati alcanzó la edad para poder contraer matrimonio, partió hacia los Himalayas para realizar una penitencia y presentarse ante el Señor Shiva. Quería conocerle y cumplir la profecía de Narad Muni de que debía casarse con él. El Señor Shiva quedó completamente impresionado por la devoción de la joven y sus deseos de desposarse.

Parvati, a prueba

Sin embargo, el gran dios estaba aún de luto por el fallecimiento de la diosa Sati, así que pidió a Parvati que le sirviera como una dasi, ya que pensó que de ese modo, con el arduo trabajo, la disuadiría y la convencería de abandonar esa idea de casarse. Aun así, ella aceptó de buen grado servirle y permaneció junto a él, cuidándole y sirviéndole, durante muchos años.

El demonio Taraka

Mientras tanto, los dioses estaban siendo asediados y aterrorizados por el demonio Taraka. Cuando fueron a pedir ayuda al Señor Brahma, este les dijo que el hijo del Señor Shiva y de Parvati mataría al demonio. Pero a medida que los dioses se inquietaban y los ataques del demonio se sucedían, decidieron ayudar a Parvati a que se ganara el amor del Señor Shiva.

La ayuda de los dioses

Los dioses enviaron al Señor Kama, el dios del amor, al monte Kailash. Allí, el dios vio a Parvati a los pies del Señor Shiva, cosiendo una guirnalda. El dios Kama apuntó con una flecha hacia ellos y la lanzó, clavándose en el Señor Shiva, quien, en ese instante, abrió los ojos y se enamoró perdidamente de Parvati.

Engaños y recuerdos

Sin embargo, el gran Shiva se dio cuenta de que el Señor Kama le había engañado, por lo que desterró a Parvati de su morada. Sin perder la esperanza, Parvati hizo una dura penitencia durante varios años. Y, de repente, un día recordó su vida anterior y se dio cuenta de que ella no era otra sino la encarnación de la diosa Sati. En ese instante, cuando ella recordó todo, el Señor Shiva lo supo también, lo sintió: su amada Sati era Parvati. Su dicha no podía ser mayor. Pero no estaba del todo seguro, así que decidió ponerla a prueba.

La prueba

Un día, un anciano brahmin se acercó a Parvati y le preguntó: “¿Por qué estás realizando tan dura penitencia, querida mía? ¿Qué pretendes obtener?”. Parvati le contó su deseo de desposarse con el Señor Shiva. El anciano brahmin se estremeció y le pregunto: “¿Por qué una preciosa doncella como tú desea casarse con alguien que cubre su cuerpo con cenizas y porta las pieles de un tigre?”. Parvati se enfureció y le dijo: “¿Qué sabes tú de él? Soy la encarnación de la diosa Sati, su otra mitad. Estamos incompletos el uno sin el otro”.

Dos mitades, un todo

De repente, el Señor Shiva descubrió su verdadera naturaleza: el anciano brahmin era realmente él, poniendo a prueba a Parvati. Finalmente, al darse cuenta de que ella era su amada, su otra mitad, decidió casarse con ella. Los dioses descendieron de los cielos y acudieron a la majestuosa boda del dios Shiva y la diosa Parvati. Después, decidieron retirarse al monte Kailash para llevar una feliz y dichosa vida juntos.

*Dibujo de Narayani