Blog

Disfruta de nuestros artículos y compártelos con tus amigos

Posts escritos por Tania RSS icon


El yoga es un fin en sí mismo con un gran poder transformación

Entrevista con Iliana (Prema)

Iliana de Santiago, también conocida como Prema, es profesora de Hatha yoga en Yoga Center Madrid. Sus clases están repletas de amor, de cariño y de dedicación, que hace que los alumnos floten en un ambiente de ternura y bhakti puro. Hoy os traemos una preciosa entrevista con ella. ¡Que la disfrutéis!

Pregunta.- ¿Cómo empezaste con el yoga?

Respuesta.- Lo conocí cuando tenía 21 años, en una época de descubrimiento y crecimiento personal bastante grande, ya que fue cuando salí del hogar familiar y me aventuré a vivir mi propia vida en otro lugar. Decidí volar hacia Tenerife y allí por casualidad empecé a acudir a clases de yoga en un espacio del ayuntamiento y, posteriormente, al interesarme tanto, busqué escuelas de yoga. En Tenerife encontré uno de ms primeros maestros, Ramón, que nos guiaba con cariño y delicadeza en este mundo de asanas, enseñanzas, lecturas de las escrituras yóguicas tradicionales y nos facilitaba enseñanzas a nivel más interno y personal que siempre recordaré y agradeceré. A partir de este encuentro con el yoga, comencé a incorporarlo en mi vida siendo una de las prácticas que he buscado y desarrollado en cada uno de los lugares donde he vivido. Me siento muy afortunada de haber podido conocer distintos estilos, profesores/as y maestros/as tan diversos. Acudir a clase y continuar aprendiendo día a día es una de las motivaciones en mi vida, por lo que sigo sintiéndome agradecida a mis profesoras y maestras/os actuales.

P.- ¿Qué estilos de yoga conoces?

R.- A lo largo de estos años he practicado generalmente Hatha, aunque también he estado practicando durante alguna temporada yoga Kundalini e Iyengar.

P.- ¿Cómo describirías el estilo de Hatha? ¿Qué es para ti el Hatha?

R.- Para mi Hatha es la raíz, la base. Permanecer en las posturas proporciona cada vez más beneficios que sientes con el paso del tiempo. Parar y permitirte a ti misma/o alcanzar un estado meditativo, en cada una de las asanas practicadas, con la firmeza y la fuerza necesaria. Hatha es unión, integración, del cuerpo, la respiración y la mente que te permite sentirte plena y extensa… Para mí el Hatha es todo eso, es la posibilidad de parar y de estar en movimiento, en contacto íntimo contigo misma y con cuyo máximo fin supone caminar hacia el autoconocimiento y el crecimiento personal.

P.- ¿Qué es para ti el yoga?

R.- Comencé por aprender yoga en la esterilla, con otros, sola, adentrándote en cada asana y en cada respiración y, después, con la espontaneidad propia de la vida, se fue integrando en otras áreas de mi vida. El yoga, por tanto, lo entiendo y lo vivo como un propio camino de vida. Como medio y fin en sí mismo cuenta con un gran poder transformación. El yoga me ha permitido mejorar la relación conmigo misma, entenderme más, tenerme “más paciencia” y día a día aprendiendo a respetarme más. Asimismo, integro el yoga en mi otra ocupación, el trabajo social y la intervención directa tanto con grupos de personas como de forma individual. Procuro trasladar las enseñanzas adquiridas en los talleres que imparto para tratar de acompañar a las personas con las que trabajo en el camino de quererse más, de abandonar la justificaciones y autoengaños, tratando de invitarles a disfrutar más, ser más respetuosos con los demás y con el mundo, procurando que la culpa y la auto exigencia exacerbada se vaya disipando. Asimismo, tengo el privilegio de dar clase en Yoga Center, por lo que me es posible transmitir lo aprendido y continuar la transmisión de conocimientos a otros.

P.- ¿Cómo llegaste a ser profesora de yoga?

R.- Hacía años que conversando con mi padre me animaba a formarme como profesora, me animaba a descubrir más, hasta que llegó un día que me regaló un curso en el lugar y en el momento que yo decidiera hacerlo. En una época en la que no encontraba mi rumbo, me encontraba bastante perdida de tanto cambiar de forma de vida y lugar, decidí volver a Madrid para parar y estar cerca de los míos. En esta época, pensé comenzar algo nuevo, quizá con la posibilidad de en un futuro cambiar de profesión, o unirlas, o simplemente disfrutar del regalo para dedicármelo a mi propio aprendizaje y profundización. Busqué escuelas y acudí personalmente para conocer y preguntar. Me decidí por Yoga Center y desde luego mereció la pena. Los dos cursos de formación y el posterior curso de yoga para niños/as que realicé supusieron una gran experiencia que me ha ayudado, en gran manera, a ser más feliz y consciente.

P.- ¿Qué es para ti ser profesora de yoga?

R.- Ser profesora de yoga para mí es todo un regalo y un privilegio. Dar y recibir, como cualquier intercambio humano, pero un intercambio cuya característica principal es que resulta siempre positivo. Es maravilloso participar en el aprendizaje, sin duda una de mis pasiones, y sobre todo me resulta muy reconfortante poder colaborar en que las alumnas y alumnos que acuden a clase salgan mejor de como llegaron antes de la clase. Además, ser profesora resulta ser un proceso de aprendizaje continuo apasionante. Se aprende de cada persona, de cada inhalación y las clases suponen la práctica en colectivo con la posibilidad de aprender de cada asana y cada cuerpo en movimiento.

P.- ¿Cuánto hay de preparación y cuánto de improvisación en tus clases?

R.- Generalmente preparo todas las clases con antelación. Las diseño dependiendo del nivel de la clase pero, en ocasiones, durante las clases modifico alguna asana o cambio determinada variante dependiendo del alumnado y la energía de la clase. Asimismo, en otras ocasiones, improviso cuando veo que la clase, diseñada con antelación, no está funcionando demasiado bien. Durante los relax suelo improvisar a partir de una idea en la que he trabajado durante el día, algo que he estado leyendo, o algún momento, vivencia o visión de la naturaleza que me inspira para crear un relato que trata de ayudar a entrar en Savasana, el relax.

P.- ¿Cuáles son tus fuentes de inspiración para preparar tus clases?

R.- Especialmente las alumnas y alumnos que acuden a clase, su respiraciones, sus posturas que dicen mucho…, también los textos que he leído y que sigo releyendo. Los textos clásicos y aquellos otros textos actuales. Por supuesto una gran fuente de inspiración es mi propia experiencia en la esterilla, así como las clases de otras profesoras de la escuela y profesoras y profesores de los que he recibido intensivos y formaciones en el pasado. También una gran fuente de inspiración para las clases es la naturaleza, las palabras sabias de niños y ancianos, los encuentros con otras personas…

P.- ¿Qué deseas transmitir con tus clases?

R.- Lo que más me gustaría transmitir es que el yoga, como la vida, no es ninguna competición. Que no hace falta luchar tanto o intentar ir tan deprisa, que no es necesario controlarlo absolutamente todo, así como tratar de transmitir que no hace falta empujar, que la vida, como el yoga, es mucho mejor sin ningún tipo de violencia y que las personas no somos tan solo mente, sino que el cuerpo enseña y guía y la respiración forma parte del ser. Me gustaría transmitir que podemos relacionarnos con nosotras/os mismos de otra manera, con los demás y con el mundo. Pero, por supuesto, es algo que a mí misma me cuesta llevarlo a la práctica. Conocer nuestros límites y aquello que queremos modificar es el primer paso para realizar el cambio deseado. ¡La vida es cambio, permanente transformación! Mi objetivo es el crecimiento, cada uno hacia donde quiera y desee.

P.- ¿Qué es lo que más te enriquece con la enseñanza del yoga?

R.- En un primer momento, durante mis primeros meses de enseñanza, lo que más me enriquecía era ver los avances y el aprendizaje en asanas de las alumnas y alumnos. Últimamente lo que más me enriquece (no llevo mucho tiempo de profesora) es observar como las personas obtienen algún tipo de beneficio y saber que muchas personas se van mejor de cómo entraron e clase… Poder participar en que alguna persona se sienta mejor es un gran privilegio que respeto y valoro mucho.


Krishna y las perlas

Krishna y Radha

Radha y las gopis

Hace mucho, mucho tiempo, en el día de Diwali, en el mes de Karthi, Radharani y las gopis se reunieron para fabricar preciosos collares de perlas. Krishna las vio, se acercó y les pidió unas pocas perlas para poder decorar a sus vacas favoritas, Harini y Hafini. Sin embargo, las gopis se negaron y le miraron como si estuviera loco. “¿Perlas para decorar unas vacas? ¿Qué locura es esa?”, dijeron perplejas. “Las perlas son muy caras y no son aptas para las vacas”, añadieron orgullosas. Krishna les pidió que le dieran al menos unas pocas de las que les sobraran. Pero la gopi Lalita Devi le dijo que no tenían ni una sola perla que valiera para decorar a sus vacas, ya que eran muy valiosas.

Plantar las perlas

Abatido, Krishna se fue a su casa y le preguntó a su madre Yasoda si podía darle algunas perlas para poder plantarlas en su jardín. Aunque al principio se rió ante la descabellada idea de plantar las perlas, en vez de dejarlas crecer en el vientre de las ostras del mar, acabó por darle unas pocas. Krishna las plantó con mucho cariño en el campo.

¿Plantar las perlas con leche?

Para poder cultivarlas, Krishna volvió a visitar a las gopis para pedirles un poco de leche. Las mujeres se rieron de su petición. “¿Regar unas perlas con leche? ¡Menuda ocurrencia más absurda!”, dijeron entre carcajadas. Una vez más, desalentado, el joven Krishna volvió con su madre, quien le dio un poco de leche. Al cabo de unos días, pequeños brotes empezaron a crecer. Cuando Krishna fue corriendo a decírselo a las gopis, estas volvieron a reírse y le dijeron que aquello eran solo malas hierbas espinosas que habían crecido en el lugar.

Hermosas perlas

Sin embargo, varios días más pasaron y los pequeños brotes se convirtieron en frondosos arbustos de los nacieron unas hermosas perlas, incluso más bellas que las que tenían las gopis. Cuando las mujeres vieron aquellas joyas, pensaron que las perlas de las vacas de Krishna lucían mucho más encantadoras y grandiosas que las que ellas tenían. Así que fueron al joven Krishna y le pidieron que les regalara algunas de esas perlas tan hermosas. Pero él no quiso darles ninguna, ya que ellas en un primer momento no quisieron ayudarle ni darle de las suyas y, además, se habían mofado de él.

Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare

Hare Rama, Hare Rama, Rama Rama, Hare Hare.

Un cofre con un collar para cada una de las gopis.

Las gopis intentaron cultivar las perlas siguiendo los mismos pasos que Krishna, pero solo conseguían criar arbustos llenos de espinas. Temerosas de que sus superiores las castigaran, volvieron a pedir a Krishna que les ayudara, que les diera de sus perlas, y Krishna les dijo que debían acudir a hablar con él una a una. Al final, Krishna cedió y les ayudó, engarzando preciosos collares con sus perlas y guardándolos en cofres de oro. El primer cofre se lo entregó a Radharani, su amada, y, después, entregó un cofre con un collar a cada una de las gopis. A cambio, Radharani le envió guirnaldas perfumadas, deliciosa comida que ella misma había cocinado y otros presentes en muestra de su devoción y amor por él.

*Dibujo realizado por Narayani.


El nacimiento de Shiva

Los grandes dioses

Un día, los grandes dioses Brahma y Vishnu se encontraban paseando por unos bellos jardines repletos de hermosas flores. El aroma del lugar era dulce y especiado y en lo alto del cielo lucía un hermoso solo que bañaba el lugar con una luz intensa y energizante.

El paseo

Durante su paseo, Brahman y Vishnu comenzaron a debatir quién de los dos era más poderoso. No conseguían llegar a un acuerdo y de repente, en mitad de su discusión, aparició una descomunal columna en llamas. Las raíces y las ramas del mismo se extendían más allá de donde alcanzaba la vista en la tierra y en el cielo.

El comienzo y el final

Ambos dioses, atónitos, corrieron hacia él para averiguar dónde se hallaban el comienzo y el final del pilar. Por más que buscaban, no lo encontraban. Así que Brahma se transformó en un ganso para volar a lo alto del pilar, para ver si descubría hasta dónde llegaba. Por su parte, Vishnu se convirtió en un jabalí y comenzó a excavar en la tierra para buscar las raíces de aquel enorme árbol.

Shiva el Dios Supremo

Justo entonces, el Señor Shiva emergió de una abertura en el pilar, para sorpresa de los dioses. Al reconocer el grandísimo poder del Señor Shiva, tanto Brahma como Vishnu reconocieron que él, Shiva, era el tercer Dios Supremo que gobernaría el universo junto a ellos.
Om Namah Shivāya

*Dibujo original de Narayani


Shiva y Parvati

Nacimiento de una princesa

Hace mucho tiempo, la diosa Sati dejó su cuerpo celestial para nacer en la tierra como la hija del rey Himavat y la reina Mena. Su nombre en aquel nacimiento terrenal fue Parvati. Su niñera, Narad Muni, cuidó de la pequeña princesa con mucho cariño y devoción. La niñera, que tenía la capacidad de ver el futuro , anunció a todo el reino que la pequeña Parvati estaba destinada a casarse con el gran dios Shiva. Desde ese intante, la princesa creció pensando e imaginando al Señor Shiva, cómo sería conocerle y ser su esposa.

Health is weath. Peace of mind is happiness. Swami Vishnu-devananda

Los amantes se conocen

Cuando la joven Parvati alcanzó la edad para poder contraer matrimonio, partió hacia los Himalayas para realizar una penitencia y presentarse ante el Señor Shiva. Quería conocerle y cumplir la profecía de Narad Muni de que debía casarse con él. El Señor Shiva quedó completamente impresionado por la devoción de la joven y sus deseos de desposarse.

Parvati, a prueba

Sin embargo, el gran dios estaba aún de luto por el fallecimiento de la diosa Sati, así que pidió a Parvati que le sirviera como una dasi, ya que pensó que de ese modo, con el arduo trabajo, la disuadiría y la convencería de abandonar esa idea de casarse. Aun así, ella aceptó de buen grado servirle y permaneció junto a él, cuidándole y sirviéndole, durante muchos años.

El demonio Taraka

Mientras tanto, los dioses estaban siendo asediados y aterrorizados por el demonio Taraka. Cuando fueron a pedir ayuda al Señor Brahma, este les dijo que el hijo del Señor Shiva y de Parvati mataría al demonio. Pero a medida que los dioses se inquietaban y los ataques del demonio se sucedían, decidieron ayudar a Parvati a que se ganara el amor del Señor Shiva.

La ayuda de los dioses

Los dioses enviaron al Señor Kama, el dios del amor, al monte Kailash. Allí, el dios vio a Parvati a los pies del Señor Shiva, cosiendo una guirnalda. El dios Kama apuntó con una flecha hacia ellos y la lanzó, clavándose en el Señor Shiva, quien, en ese instante, abrió los ojos y se enamoró perdidamente de Parvati.

Engaños y recuerdos

Sin embargo, el gran Shiva se dio cuenta de que el Señor Kama le había engañado, por lo que desterró a Parvati de su morada. Sin perder la esperanza, Parvati hizo una dura penitencia durante varios años. Y, de repente, un día recordó su vida anterior y se dio cuenta de que ella no era otra sino la encarnación de la diosa Sati. En ese instante, cuando ella recordó todo, el Señor Shiva lo supo también, lo sintió: su amada Sati era Parvati. Su dicha no podía ser mayor. Pero no estaba del todo seguro, así que decidió ponerla a prueba.

La prueba

Un día, un anciano brahmin se acercó a Parvati y le preguntó: “¿Por qué estás realizando tan dura penitencia, querida mía? ¿Qué pretendes obtener?”. Parvati le contó su deseo de desposarse con el Señor Shiva. El anciano brahmin se estremeció y le pregunto: “¿Por qué una preciosa doncella como tú desea casarse con alguien que cubre su cuerpo con cenizas y porta las pieles de un tigre?”. Parvati se enfureció y le dijo: “¿Qué sabes tú de él? Soy la encarnación de la diosa Sati, su otra mitad. Estamos incompletos el uno sin el otro”.

Dos mitades, un todo

De repente, el Señor Shiva descubrió su verdadera naturaleza: el anciano brahmin era realmente él, poniendo a prueba a Parvati. Finalmente, al darse cuenta de que ella era su amada, su otra mitad, decidió casarse con ella. Los dioses descendieron de los cielos y acudieron a la majestuosa boda del dios Shiva y la diosa Parvati. Después, decidieron retirarse al monte Kailash para llevar una feliz y dichosa vida juntos.

*Dibujo de Narayani


Firmeza y ligereza

En la práctica del yoga es habitual buscar un equilibrio en cada postura, en cada movimiento; un equilibrio que, además, queremos trasladar a nuestra vida, a cada pequeño gesto y aspecto de nuestro día a día. En esa búsqueda de la armonía, el sabio Patanjali perfiló dos conceptos muy interesantes en sus Yoga-sutras: Sthira y Sukham.

En busca del equilibrio

El segundo libro de los Yoga-sutra de Patanjali se titula “Sadhana Pada” y está dedicado a la práctica del yoga. El aforismo 2.46 dice: “Sthira sukham asanam”, que viene a significar que la postura adecuada es la que es firme y agradable. Por tanto, Patanjali nos invita a buscar un equilibrio en cada postura, una combinación perfecta entre firmeza y dulzura que nos ayude a sentirnos cómodos en cada momento, dentro y fuera de la esterilla.

Sthira y Sukha

Así pues, todas las asanas o posturas que practicamos deben imbuirse de estas dos cualidades: sthira y sukha. Sthira nos enseña la firmeza, la solidez, la estabilidad y el esfuerzo; sukha nos enseña la suavidad, la comodidad, la ligereza y la soltura. El punto de equilibrio está en saber dotar a nuestra práctica de la dosis adecuada de cada elemento.

Atención plena

Estos dos aspectos siempre deben estar presentes tanto en la práctica del yoga como en nuestra vida diaria. ¿Por qué son importantes estos conceptos? Porque el hecho de buscar la firmeza, la estabilidad, pero también la comodidad y la suavidad supone que debemos mantener la atención completamente focalizada en lo que hacemos, además nos ayuda a que seamos más precisos en nuestros movimientos, más conscientes, para poder hacer los ajustes que sean necesarios tanto en nuestros cuerpos como en nuestras mentes.

La combinación perfecta

Una atención consciente y plena tiene multitud de beneficios y genera transformaciones sutiles a nivel físico, mental y espiritual. Se puede aplicar a nuestra práctica de yoga, pero también a cada momento de nuestro día a día, a la respiración, a los pensamientos... Además, es precisamente esa constante búsqueda de equilibrio entre la firmeza y la comodidad la que nos mantiene conectados con el yoga, con la práctica, con aquello que estemos haciendo. Nos ayuda a estar plenamente en el aquí y ahora.

 


Respirando vida: La respiración en el yoga

Alguien muy sabio me dijo una vez que yoga es respirar y que respirar es vivir. ¡Qué razón tenía! A medida que vas practicando esta milenaria disciplina vas siendo más consciente de su sutil presencia, de cómo tu cuerpo se mueve a su ritmo, danzando con su melodía, viviendo a su compás.

Y es que la respiración en yoga es como una partitura en blanco que vamos rellenando con cada inspiración y con cada espiración. Una composición que nos permite que las notas encajen y hagan sonar la balada del universo.

El yoga nos ayuda a estar más atentos, a escuchar con atención esa musicalidad de la respiración, esa cadencia de la vida. Mientras, el cuerpo entero baila al son de cada inhalación y exhalación, con un ritmo que varía y que se ajusta a las circunstancias de cada momento.

Si escuchas con cuidado podrás sentirlo... Inspiras y creces, te expandes, abres espacios, te llenas de vida, de aire, de energía y de vigor. Es el polo positivo de la respiración, el momento de hacer acopio de vida, de acoger lo nuevo, de abrazar la fuerza vital que nos regala la naturaleza. Espiras y sueltas lo que no necesitas, te desapegas, te vacías, te purificas, dejas ir el ego, el orgullo, lo que te arrastra y no te permite avanzar. Es el momento de desprenderte de lo que ya no te ayuda a crecer, de lo que te ancla en el pasado; la oportunidad de comenzar de nuevo, de abrir un nuevo capítulo en tu vida.

La respiración es el Yin y el Yang de la vida... Es el equilibrio, la armonía, la libertad. Es la conjunción de los cinco elementos: la calma del agua, la suavidad del aire, la energía del fuego, la estabilidad de la tierra, la sutileza del éter. Y toda esta sinfonía alcanza su grado máximo cuando practicamos yoga. El cuerpo entero danza siguiendo esa maravillosa melodía vital, inspirando y espirando, mientras nos entregamos a cada asana y nos hacemos uno con el yoga. Así que no lo olvides: respira y siéntelo, vívelo, báilalo.


Enseñar es aprender; es un diálogo constante con los alumnos.

Entrevista con Chrystiany

En esta ocasión hemos tenido la oportunidad de hablar con Chrystiani, una de las profesoras más creativas de Yoga Center de los estilos de Iyengar y Hatha Yoga. Chrys también forma parte del profesorado de formación y ofrece talleres muy interesantes sobre distintos aspectos del yoga. Este verano tendremos la suerte de contar con ella en uno de nuestros retiros en Mondariz. Te animamos a leer la entrevista para conocerla un poquito mejor.

Pregunta.- ¿Cómo fue tu primer encuentro con el yoga?

Respuesta.- Por recomendación médica, ya que en Brasil, hace más de 20 años, me lo recomendaron para aprender a gestionar el estrés. La primera clase fue increíble, una experiencia que cambió el rumbo de mi vida; aunque, en ese momento, no lo supiera. Aun así reconozco que sigo siendo nerviosa, en el fondo; pero ahora tengo herramientas para gestionarlo.

P.- Conoces varios estilos de yoga, ¿con cuál sientes que conectas más? ¿Por qué?

R.- He practicado varios estilos, el Hatha yoga estilo Rishikesh como se enseña en Yoga Center ha sido con el que más me he identificado. Luego he conocido el estilo Iyengar también en Yoga Center. Hoy practico asiduamente ese estilo que me abrió un nuevo horizonte. ¡Pero no me pidas elegir!

P.- De los estilos que conoces y das clases, ¿cuál te gusta más enseñar y por qué?

R.- Enseñar es aprender. Es un diálogo constante con los alumnos, cada estilo me da satisfacción de una forma diferente. El Hatha me divierte, los alumnos quieren nuevos desafíos y la creatividad es importante. El Iyengar es más técnico, no aporto nada o lo invento, ya está todo hecho; tiene una estructura a seguir, unas pautas que hacen que los alumnos avancen desde la calidad de la práctica.

P.- ¿Cómo llegaste a ser profesora de yoga? ¿Te llevó la vida a ello o fue una decisión consciente?

R.- Sinceramente se dio así. Cuando me trasladé a Madrid quise hacer un cambio en mi vida y así lo fue. Había hecho cursos en Brasil y enseñaba a los amigos. Enseñar me divertía y llegué a Yoga Center en 2004, donde me formé y aún continúo formándome. Siempre digo que ese es un camino sin vuelta.

P.- ¿Qué es lo que más te gusta de dar clases de yoga?

R.- Dar y recibir define una clase de yoga; recibo mucho de los alumnos y al mismo tiempo yo me entrego. Me divierte y en ese momento cuando estoy en la clase, no existe nada más fuera de esas paredes, es impresionante.

P.- ¿Qué elementos no pueden faltar en una de tus clases?

R.- Me encanta trabajar con props, paredes... Y esos elementos ayudan o enseñan un nuevo camino, pero al final quien hace la práctica es uno mismo con su esterilla.

P.- ¿Cómo preparas tus clases? ¿De dónde sacas la inspiración para diseñar tus clases?

R.- Cada profesor entrega lo que tiene, enseña lo que le gusta practicar y dice lo que le gusta oír. Aprendo de mis profesores, lo vivo, lo transformo en mi experiencia para poder transmitir. Toda clase tiene un enfoque, un objetivo

P.- ¿Cómo integras el yoga en tu vida diaria?

R.- El yoga va calando en el ser humano en distintos niveles: físico, mental..., sin separación entre ambos. La práctica nos cambia sin que nos demos cuenta; no hace falta poner la mente para analizar, no es un esfuerzo, no hay una intención. Sencillamente el cuerpo agradece y se expande, la respiración se hace plena y la mente se aquieta, la meditación pasa a ser una consecuencia, un estado de plenitud. Así que, ¿qué más necesitamos?

P.- Conociendo varios estilos, ¿cómo sueles hacer tu práctica personal para poder practicar todos esos estilos? ¿Te resulta complicado separarlos o unos estilos complementan a otros sutilmente?

R.- ¡Mezclar estilos es para pocos! Puede haber grandes maestros que estudiaran y practicaran diversos estilos durante muchos años. Cada estilo tiene su gracia, su camino y su momento. Cuando empezamos a estudiar otros estilos todo se confunde, se mezcla, pero ¡quedarse ahí es un error! Separarlo lleva tiempo y dedicación. Pero creo que conocer varios estilos te hace mejor profesor y practicante.

P.- ¿Qué es lo que más te gusta del yoga?

R.- Que el yoga es para todos, su poder transformador. Si eres constante disfrutarás de sus beneficios.

P.- También estás formada en Pilates, desde tu punto de vista profesional y por tu experiencia, ¿qué disciplina es más completa y aporta más al alumno?

R.- Estoy formada en Pilates que es un ejercicio consciente y respetuoso con el cuerpo. Pero no me gusta comparar, la comparación no aporta nada a la práctica y todas esas disciplinas son prácticas. Comparar es cosa de la mente.

P.- También eres profesora de los cursos de formación en Yoga Center Madrid. ¿Cómo comenzaste con esa bella tarea?

R.- Gauri me invitó a ser parte del grupo de profesores de formación de Hatha yoga y fue un honor para mí; me abrió un camino muy gratificante. Tengo mucho que aprender en esa área; es un nuevo enfoque, hay que respectar los ritmos, las diferencias, saber identificarlas para sacar lo mejor de esos futuros profesores.

P.- ¿Qué te aporta como profesora y como practicante de yoga colaborar en estos cursos de formación?

R.- Reconocer que el aprendizaje es distinto para cada uno es muy importante. Un alumno de formación viene abierto, deseando saber más, pero también viene con su bagaje, con su forma de ver el yoga, con sus dudas que un día fueran las mías y que quizás tengan mis alumnos. Eso me da información valiosa para enseñar y practicar. Ellos aprenden mucho y yo la que más.

P.- Vas a hacer un retiro de Hatha yoga este verano en Mondariz. ¿Nos podrías adelantar un poco en qué va a consistir?

R.- Será un encuentro para compartir nuestras experiencias, disfrutar y fluir. El objetivo es que nos adentremos en la práctica con amabilidad, desde un ritmo suave. Juntos iremos profundizando y abriendo espacios que permitan una respiración amplia, plena y que se convierta en nuestra guía. Habrá meditación, pranayamas, cinco talleres monográficos en los que abordaremos distintos aspectos del yoga y también una práctica que incluya posturas restaurativas, tan necesarias para equilibrar nuestra práctica.