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También tu tienes razón

 Dos monjes paseaban tranquilamente por el jardin de un monasterio tibetano cuando de pronto, uno de ellos vió en el suelo un caracol deslizarse con su parsimonia habitual estando apunto de ser aplastado. Uno de los monjes agachándose, recogió el caracol y dijo a su compañero: "Mira, hemos estado a punto de matar este caracol,y este animal representa una vida y a través de ella, un destino que debe proseguir; este caracol debe sobreviviir y continuar su camino." Y delicadamente volvió a dejar el caracol entre la hierba.¡ "Inconsciente1", exclamó enfadado el otro monje, "salvando a este caracol, pones en peligo todas las lechugas que nuestro jardinero cultiva con tanto cuidado.Por salvarlo, lo que haces es destruir el trabajo de uno de nuestros hermanos.

 Los dos monjes comenzaron a discutir bajo la atenta mirada de otro monje que por allí pasaba. Como no llegaban a ponerse de acuerdo, el primer monje propuso, "vamos a contarle este caso al abad ; él es lo bastante sabio para decidir quièn de los dos tiene razón".

El abad, conocedor de la naturaleza humana

  monjesSe dirigieron al lugar donde se encontraba el abad, seguidos siempre por el tercer monje, quien se sentía muy intrigado por el caso. El primer monje contó que había salvado un caracol y por tanto había preservado una vida sagrada, que contenía miles de existencias futuras. El superior escuchó con atención, movió la cabeza y dijo: "Has hecho lo que convenía hacer: has hecho bien". El segundo monje reaccionó impulsivamente, "¿cómo?.salvar a un caracol devorador de ensaladas y devastador de verduras es bueno? Al contrario, había que haber aplastado al caracol y proteger así el huerto, gracias al cual tenemos todos los días buenos alimentos para comer."

 El abad, de nuevo escuchó conn atención y dijo: " Es verdad, es lo que convendría haber hecho. Tienes razón".

 El tercer monje que había permanecido en silencio hasta entonces, dijo con extrañeza:"¡ Pero si sus puntos de vista son diametralmente opuestos! ¿cómo pueden tener razón los dos?" El superior miró fijamente al tercer monje y dijo: "Es verdad, también tu tienes razón"