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Guru y discípulos

En el deseo que anida en nuestro interior por descubrir y experimentar algo que podamos considerar excepcional, solemos entregarnos, ser seguidores ciegos y aceptar enseñanzas que no comprobamos si son veraces o mero fruto de querer ver las cosas como nos gustaría que fuesen. Siempre es conveniente mantener una mente con capacidad de discernir.

 Como bien decía el poeta inglés William Wordsworth:"Lo que necesitamos, no es la voluntad de creer, sino el deseo de descubrir".

 En una ocasión, un guru, se dirigió al Ganges en Haridwar en el Norte de la India a fin de tomar un baño purificador, y al que iban acompañando numerosos discípulos. Este maestro, como era costumbre en él, llevaba una vasija que solía utilizar para trasnportar agua del río sagrado y situarla en el altar en su ashram.

 Al llegar a orillas del río, se sentó a meditar unos instantes y sus seguidores quedaron a cierta distancia respetando el silencio y quietud de su maestro.

 Al salir de su estado meditativo, el guru excavó un hoyo, introdujo la vasija y apiló un montón de arena encima como señal. Se levantó y se sumergió en el Ganges para tomar su baño purificador.

 Sus discípulos, sin saber la causa del montón de arena y suponiendo que formaba parte de un ritual, hicieron montones similares a lo largo del banco de arena.

 Cuando el maestro terminó su baño, se dirigió a buscar la vasija y en lugar de encontrar un montón de arena, descubrió que toda la orilla estaba cubierta de montones parecidos. Atónito, se dirigió a sus discípulos y les preguntó cual era la razón de todo aquello.

 Al saber que únicamente habían tratado de imitarle, el guru reprendió a sus seguidores al ser tan necios de llevar a cabo acciones ciegamente y sin conocer el propósito de las mismas.

 Aquí, no sería preciso añadir que encontrar la vasija no fué tarea sencilla.

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