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Buscar en el interior
Buscando en el interior
A veces tenemos la sensación que en nuestro interior se produce una especie de guerra civil, en el sentido que se acumulan pensamientos de todo tipo, tristeza, estados de ansiedad, temor, cólera, sufrimiento, alegría, satisfacción, frustración, recuerdos, impulsos hacia el bienestar y la aspiración por la calma y el sosiego.
Sabemos que es en nuestro interior donde se producen la alegría y el contento y es al decir de grandes sabios, que es en la profundidad de nuestro ser donde hay que encontrarlos..
Una anciana buscaba afanosamente algo que se le había perdido en la calle cercana a su casa, palpando y revolviendo en el suelo. Un hombre que por allí pasaba, se detuvo a observar a la anciana y después de un tiempo, al contemplar la avidez con la que se movía, se acercó a la mujer.
¿Qué has perdido para estar buscando con tanta ansia e interés?
Hace más de una hora que perdí una aguja que tenía para coser.
¿Y donde la has perdido?
Ahí, en el interior de mi casa.
¿Entonces por qué la estás buscando aquí fuera?
¡Es que ahí dentro está muy oscuro!
Existe una palabra en el Yoga que no es otra que Avidya (ignorancia) que domina a los seres humanos ya que la tendencia es a buscar fuera y no en el interior. Es obvio que el mundo externo debe ser aceptado y vivido con inteligencia, sobre todo conociendo los mecanismos que determinan nuestro yo, la Mente.
La historia ilustra claramente que buscar en el exterior es como un espejismo en el desierto. Nos parece real, pero en realidad es engañoso e ilusorio.
Sabiduría interior
Sabiduría interior
El gran indólogo Heinrich Zimmer (en la foto) solía contar la historia de un rabino, la cual era atribuida a los cuentos jasíicos de Martin Buber:(foto 2)
Un rabino de Cracovia había soñado que en Praga, frente al Palacio del Rey y en un puente al lado del río había un tesoro escondido. Como el sueño era muy insistente en hacerle ver que ese tesoro se encontraba en ese lugar, decidió emprender camino hacia Praga.
Después de un enorme esfuerzo y días de viaje, llegó al sitio donde supuestamente el tesoro se encontraba. Allí estaba el puente y al otro lado del río el Palacio Real.
Al observar más detenidamente el puente en el cual iba a buscar el tesoro, se dió cuenta que alrededor del mismo, la guardia real vigilaba los alrededores del palacio y era por lo tanto imposible para él acercarse a investigar en el puente.
Decidió aguardar a que se presentase el momento propicio, Así que transcurrieron unos cuantos días y los soldados no abandonaban su guardia. Ocurrió que el capitán que estaba al frente de la vigilancia, al ver al rabino merodear por esa zona durante varios días, se acercó a él con el fin de preguntarle que hacía en esa zona.
El anciano rabino le explicó que había tenido un sueño y que un tesoro estaba escondido en el puente. Al escuchar estas palabras, el capitán de la guardia rompió en carcajadas y dijo: '¿Un sueño?, ¿un tesoro?. Pues yo he soñado que en Cracovia, en la casa de un rabino y debajo de su estufa en la cocina se encuentra un tesoro enterrado.
Al escuchar esto, el rabino une sus manos en un gesto de saludo, y en silencio se retira. Regresa a Cracovia y en su casa, debajo de la estufa, allí enterrado encuentra el tesoro.
Buscar el tesoro de la sabiduría en nuestro interior
El tesoro real para terminar con nuestros sufrimientos y limitaciones, para finalizar con nuestras inquietudes e ignorancia, la búsqueda se emprende allí donde se encuentra: en nuestra "propio hogar" o nuestro interior.
Estas voces internas nos invitan a desentrañar los mensajes crípticos que nos son revelados a través del camino interior.
El invitado
El invitado
Gozaba de una gran consideraicón por tener un carácter sereno y compasivo. Una familia muy rica había oído hablar de él y deseaba conocerlo ya que su fama era amplia y, por lo tanto querían de alguna manera "lucirlo" ante sus invitados.
Esa familia, se puso en contacto con él y le invitaron a una importante comida. El hombre llegó modestamente vestido y enseguida se dió cuenta de que los presentes evitaban saludarlo o de que incluso los criados le servían con desgana.
Abandonó unos minutos la casa y volvió ataviado con una elegante e impresionante túnica. Los dueños e invitados de la casa lo saludaron muy efusivamente y los criados le servían con el mayor de los esmeros. LLegó el momento de pasar al comedor para celebrar la comida. Le dijeron al hombre qué asiento le correspondía. Se despojó de la túnica, la cual le confería autoridad y con descaro la arrojó sobre la silla.
-¿Por qué hace eso? - le preguntaron todos estupefactos
- Ha sido mi túnica y no yo la que ha recibido vuestro respeto y consideración. Que se quede ella a comer con vosotros.
Y sosegado y sonriente, abandonó la casa con una gran alegría interior.
Si reflexionamos, nos daremos cuenta que solemos poner la atención en lo banal y no lo importante.