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Ya he hecho algo

Ya he hecho algo

Anthony de Mello solía contar hermosas historias, las cuales reflejan una gran sabiduría.

Cierto día, iba paseando por una calle cuando de repente vi a una niña hambrienta, descuidada y tiritando de frío. Al ver esta situación, me encolericé y le dije a Dios:

¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada para ayudar a esa pobre niña?

Esperé la respuesta, pero fue en vano. Sin embargo aquella noche cuando menos lo esperaba, Dios respondió a mis preguntas airadas:

"Ciertamente he hecho algo. Te he hecho a ti para que ayudes"


yoga y suami vivekananda

Suami Vivekananda

Swami VivekanandaUno de los personajes que han tenido una enorme influencia en la diseminación del yoga, ha sido Suami Vivekananda (1863-1902) que se dió a conocer por su participación en el Parlamento de Religiones realizado en Chicago en 1893,  habiendo sido recibido calurosamente por todos los delegados asistentes, los cuales mostraron un gran interés por sus disertaciones sobre la espiritualidad hindú.

los diferentes yogas

Durante su estancia en EE.UU. y después Inglaterra, expuso muchos aspectos sobre el yoga que han servido a muchos autores  para crear una especie de guía con el fin de moverse por el complejo territorio del yoga y su filosofía, asignando a distintas personalidades o tipologías, una clase de yoga de acuerdo con su inclinación; así por ejemplo, el meditador o aquel que desea conocer su mente y aprender a controlarla se sentiría atraído hacia el Raja Yoga, el bhakta o devoto, Bhakti Yoga, el que tiene tendencias filosóficas, Jñaña Yoga y el que realiza acciones con entrega y desapego, Karma Yoga.

 Recorren  mi mente parte de sus enseñanzas y su vida y también mi relación con algunos grandes maestros pertenecientes a la Ramakrishna Mission con quienes he saboreado su sabiduría en Vigo. Afloran a mi memoria algunas de mis  mis distintas y recientes  visitas a la famosa Vivekananda Rock, en el extremo sur de la India, a la que él se acercó nadando - hoy en día hay un ferry - y tomó la firme decisión de venir a Occidente.

 En una de sus alocuciones en Chicago, Suami Vivekanada contó una historia - que yo he escuchado a muchos maestros en distintas versiones - y que refleja la causa por la que estamos en desacuerdo y que pienso puede ser de gran ayuda para discernir y reflexionar.

la rana, el pozo y el océano

 Una rana vivía en un pozo; había nacido allí y cada día se movía de un lado a otro alimentándose de lo que encontraba, gusanos, bacilos y otras sustancias. El tiempo iba transcurriendo y su vida era un tantoo monótona, hasta que un día, otra rana que vivía en el océano, cayó en el pozo.

 "De donde vienes?, preguntó la rana del pozo

 "Vengo del océano", respondió la otra rana

"El océano? Cómo es de grande eso? Es acaso tan grande como mi pozo? Y haciendo estas preguntas saltaba de un lugar a otro en el pozo.

"Amiga mía, dijo la rana del océano, como puedes comparar la inmensidad del mar con tu pequeño pozo?

La rana que había crecido en ese reducido espacio que era el pozo, saltó de nuevo para intentar mostrar la grandeza de su lugar y preguntó, "Es tu océano así de grande?"

"¡Cómo puedes decir semejante cosa! No se puede comparar el océano con tu pozo!"

La rana del pozo muy enojada dijo: "nada puede ser más grande que mi pozo, nada hay más grande que esto; este individuo es un mentiroso, recalcó, rcharle fuera!"

  Este es en realidad nuestro problema. Un hindú dice, estoy en mi propio pozo y piensa que el mundo es esa idea; el cristiano está en el suyo y considera que el mundo es su pozo: los musulmanes igualmente y así de manera incontable.

Mi reflexión, no puede ser otra, sino ésta.

Vivimos en el pequeño pozo de nuestras limitaciones - ego, creencias, ideas. nacionalidades - sin darnos cuenta, que de igual manera que las olas forman parte del mar, también nosotros en esencia somos ese océano infinito, o de acuerdo al vedanta, Brahman,libres de conflictos y de una mente limitada.

 


Esfuerzo y disciplina personal:Historia

Esfuerzo y disciplina personal

Todos sabemos que cualquier logro importante en nuestra vida requiere esfuerzo, disciplina y constancia.

Estos aspectos pueden estar bien representados en esta historia, la cual nos puede ayudar a convencernos en entender que el desánimo debe ser dejado de lado en nuestros deseos por alcanzar una meta en general y, en particular aquí me refiero a la meta yóguica: UNIÓN A LA DICHA ABSOLUTA-

Historia de un gran esfuerzo. Las ranas en la nata

En una ocasión dos ranas cayeron en un recipiente de nata. De manera inmediata se dieron cuenta que sus frágiles cuerpos se hundían ya que les era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa a la que no estaban acostumbradas.

Al principio, tratando de salir de la complicada situación en la que se encontraban, empezaron a mover con energía sus ancas para poder llegar al borde del recipiente. La realidad no era otra que solo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse una y otra vez.

Después de largo tiempo y de un esfuerzo denodado, una de ellas dijo: No puedo más; es imposible salir de aquí.Ya no me quedan fuerzas para seguir intentándolo.

La rana totalmente desfallecida, se fué hundiendo y su cuerpo dejó de moverse.

La otra rana, al ver que su compañera desaparecía,  con gran decisión se propuso luchar por salvar su vida y, aunque estaba exhausta, su fijeza en poder conseguirlo le hizo reunir todas las fuerzas que le quedaban y, comenzó a agitar sus ancas con todo el vigor que le era posible en esos difíciles momentos hasta que milagrosamente, de tanto batirlas, la nata se convirtió en mantequilla.

Sorprendida, la rana dió un salto y, patinando llegó hasta el borde del recipiente.

Desde allí, con alegría indescriptible pudo regresar a su hogar.

 

 


El invitado

El invitado

Gozaba de una gran consideraicón por tener un carácter sereno y compasivo. Una familia muy rica había oído hablar de él y deseaba conocerlo ya que su fama era amplia y, por lo tanto querían de alguna manera "lucirlo" ante sus invitados.

Esa familia, se puso en contacto con él y le invitaron a una importante comida. El hombre llegó modestamente vestido y enseguida se dió cuenta de que los presentes evitaban saludarlo o de que incluso los criados le servían con desgana.

Abandonó unos minutos la casa y volvió ataviado con una elegante e impresionante túnica. Los dueños e invitados de la casa lo saludaron muy efusivamente y los criados le servían con el mayor de los esmeros. LLegó el momento de pasar al comedor para celebrar la comida. Le dijeron al hombre qué asiento le correspondía. Se despojó de la túnica, la cual le confería autoridad y con descaro la arrojó sobre la silla.

-¿Por qué hace eso? - le preguntaron todos estupefactos

- Ha sido mi túnica y no yo la que ha recibido vuestro respeto y consideración. Que se quede ella a comer con vosotros.

Y sosegado y sonriente, abandonó la casa con una gran alegría interior.

Si reflexionamos, nos daremos cuenta que solemos poner la atención en lo banal y no lo importante.


El renunciante y el diamante

 Hay lecciones e historias que nos hacen dar cuenta de estados de ánimo o de actitudes que pueden ser beneficiosas e incluso liberadoras en nuestras vidas. Creo que ésta puede ser una de ellas. Claro ejemplo de desprendimiento, renuncia y amor, lo tenemos en Vicente Ferrer. Esta historia la dedico en su memoria y a mi extraordinaria vivencia con él.

 Un sanyasin o renunciante había llegado a las afueras de una aldea y después de un largo día, de tanto caminar, se tumbó bajo un árbol dispuesto a pasar la noche. De pronto, un habitante de la aldea, de forma inesperada se acercó corriendo hasta él, diciéndole: "¡ La piedra! ¡La piedra1 ¡Dame la piedra preciosa1

El sanyasin asombrado le pregunta: ¿qué piedra?

"La otra noche se me apareció en sueños el Señor Siva, - dijo el aldeano - y me aseguró que si venía al anochecer a las afueras de la aldea, encontraría a un renunciante que me daría una piedra preciosa y que me haría rico para siempre."

 El sanyasin pacientemente empezó a rebuscar en su bolsa y de ella extrajo una piedra. "Probablemente, se refería a ésta", dijo mientras entregaba la piedra al nervioso aldeano. "La encontré en un sendera del bosque hace unos días. Por supuesto que puedes quedarte con ella".

 El hombre se quedó mirando a la piedra extasiado. ¡Era un diamante! Tal vez de los más grandes y valiosos del mundo, puesto que tenía el tamaño de la mano de un hombre.

 Tomó el diamante y con gran regocijo se marchó. Al llegar a su casa empezó a hacer planes de futuro con el valor que el diamante tenía. A media noche, incapaz de dormir, empezó a dar vueltas en su cama, pensando y reflexionando.

 Al día siguiente, nada más amanecer, corrió presuroso a despertar al sanyasin y le dijo:

 "Dame la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de este diamante".