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creencia y razón
¿Para qué tenemos una mente?
Solía decir Krishnamurti que, " una cosa es pensar igual y otra pensar juntos". Asimismo, enfatizaba,...." que cuando alguien defiende posturas o ideas determinadas creyendo en la única realidad de las mismas, no se da cuenta que está limitiando esa realidad a sí mismo, a su posicionamiento ante una idea individualizada, creada por su propia mente finita".
Yo me pregunto, cuantas realidades contienen un kilo y cuatrocientos gramos que pesa nuestro cerebro? La cerrazón y defensa a ultranza de ideas y convicciones, se asemejan a la historia que Suami Vivekananda contaba sobre la rana en un pozo, dando a entender que para ésta, todo la realidad del Universo era su experiencia limitada.
La verdad es que cuando uno se convierte en un creyente recalcitrante e inflexible, no le sirve ninguna explicación que no sea la suya.
También es común el aceptar costumbres y tradiciones sin cuestionarse, como se han originado y porqué.
Creo que estas dos historias de Anthony de Mello, puede ilustrar este tipo de posturas:
Por qué mueren las personas buenas
El predicador se hallaba visitando la casa de un anciano feligrés y, mientras tomaba una tazá de café, respondía a las preguntas que éste no dejaba de hacerle una y otra vez.
"¿Por qué el Señor nos envía epidemias tan a menudo?", preguntaba el anciano.
"Bien....", respondió el predicador, "a veces hay personas tan malas que es preciso eliminarlas y por ello el Señor permite las epidemias".
"Pero, objetó el anciano, entonces ¿por qué son eliminadas tantas buenas personas junto con las malas?"
"Las buenas personas son llamadas como testigos", explicó el predicador."El Señor quiere que todas las almas tengan un juicio justo"
Como podéis observar, hay explicaciones para todo.
El gato del Guru
Cuando por la mañana temprano y al anochecer, el guru se sentaba a meditar en el ashram con sus discípulos, siempre andaba por allí un gato que con sus movimientos y maullidos distraía a los meditadores; de manera que el guru ordenó que atasen al gato durante los períodos de meditación.
Mucho después de haber fallecido el guru, los discípulos seguían atando al gato durante el satsang o momentos utilizados para la meditación.Y cuando el gató murió, llevaron otro gato al ashram para poder atarlo a las horas de la meditación.
Siglos más tarde, los discípulos del guru escribieron doctos tratados acerca del importante papel que el gato desempeña en la realización del culto meditativo.
La sabiduría de los Maestros (2)
Continuando con lo anteriormente expuesto, diré que esa visión apesadumbrada del pensamiento responde a la concepción occidental, porque en otras culturas, especialmente en Oriente y en concreto en el arte indio, la gravedad y el dramatismo existencial no van ligados al acto de pensar, y podemos ver un ejemplo del disitinto tratamiento de este asunto en la representación artística del Bodhisattva, que podíamos tomar como el equivalente oriental del Pensador de Rodin.
Reflejo del pensar en el arte indio
Tomo como figuras, los Bodhisattvas Padpmapani (los bronces de Cachemira de los siglos VII y VIII) muestran un modelo iconográfico muy distinto. Se representan en actitud reflexiva, pero relajada, abierta y expansiva, que viene resaltada por la propia composición de líneas centrífugas, a diferencia del modelo occidental que responde a una concepción predominantemente centrípeta.
El arte oriental nos muestra la plasmación de una ternura pensativa y compasiva, mientras que en occidente se refleja una actitud más narcisista y egocéntrica.
Tal vez de ahí deriva la sensación de pesadumbre del pensador occidental: de esa continua preocupación por nosotros mismos, por ese girar, a menudo obsesivo, alrededor de nuestra propia órbita.Quizá la tensión ante el dolor, ante el sufrimiento de la vida, ante la angustia existencial, se liberaría, simplemente, al extender la mano hacia los demás, al desplegarnos, no al replegarnos.
La solución que nos muestra el arte indio, responde a toda una filosofía de la vida, en la que el pensamiento nos conduce al amor, a la compasión y a la acción desinteresada, liberándonos así de la tensión egotista.
Bhagavad Gita
En el hermoso texto del Bhagavad Gita concebido en forma de diálogo entre Krishna y Arjuna, el primero le explica que aunque estamos encadenados por nuestros actos y sus consecuencias, hay acciones que nos pueden liberar cuando son ejecutadas con absoluto desprendimiento.
Hay una especie de liberación a través del Karma Yoga, donde lo importante estriba en la actitud inegoísta por los resultados de la acción y que está en consonancia con los maestros sufíes quienes dicen "no hay infierno sino individualidad, no hay paraíso sino altruismo."
También el Gita nos enseña el camino de la entrega y el abandono en manos de la Gracia Suprema por medio de la devoción así como la comprensión de una sabidurá que rebasa la experiencia de la individualidad.
Frase de extraordinaria hermosura cuando en el Bhagavad Gita se define al que es sabio: "Un sabio es aquel que mantiene una mente equilibrada en la victoria y en la derrota, en la alabanza y la censura, en el placer y en el dolor".
Lección pues de ecuanimidad.
Ser o no ser
Lo cierto es que todos pensamos y actuamos en la vida, pero deberíamos aprender a discernir entre lo que nos acerca, al menos psicológicamente, a la libertad y la felicidad, y aquello que nos enferma y esclaviza en esta sociedad tan insolidaria, hostil y casi siempre neurotizada.
Creo que el problema del ser humano sigue siendo expresado en las palabras de Hamlet, las cuales tan a menudo en Shakespeare, trascienden su contexto: "Ser o no ser, ésa es la cuestión". El auténtico dilema es decidirnos a SER.
Y es precisamente, la grandeza que encierra la elección de "ser", la que ha gozado de un gran consenso entre autores de distintas épocas y culturas. A ella se refiere Rabindranath Tagore cuando habla de la plasmación de la Verdad del universo en el ser de cada uno de nosotros, tan coincidente con la psicología transpersonal y de alguna manera con ciertas reflexiones metafísicas de fíisicos cuánticos como David Bohm y Fritjof Capra.
Hacia lo mismo apunta la poesía mística del indio Kabir y la de San Juan de la Cruz cuando hablan de la transformación de la conciencia; siendo una vez más, Shakespeare un precursor de esa percepción lúcida de la conciencia,- que en Oriente aparece ya en los grandes pensadores de los Upanishads,- cuando hace decir en Hamlet:
"Esto sobre todo: sé cierto a tu propio Ser, y ello debe seguir como la noche al día, para que entonces no puedas ser falso ante el hombre..."
Bien decía Jung, "tanto en la historia de la colectividad como en la historia del individuo, todo depende del desarrollo de la conciencia."
Continúa en (3)
La sabiduría de los Maestros (1)
Alianza de conocimientos
Voy a intentar aproximarme a diferentes corrientes de pensamiento, que mantienen maestros en variados campos del saber, y creo que lo que en realidad necesitamos, es una especie de alianza del conocimiento, dada la multiplicidad de búsquedas y respuestas que existen.
Sabemos que vivimos en un mundo lleno de contradicciones; existe por un lado un gran avance tecnológico y una sociedad - la nuestra - que ha alcanzado altas cotas de bienestar, pero por otra parte, se tiene la sensación de que el desarrollo de la mente en sus niveles más profundos está todavía por llegar, así como lal capacidad para poner en práctica nuevas formas de actuar.
Hay, sin embargo, muestras relevantes de seres humanos que nos han señalado el camino más noble y digno en la evolución de nuestra especie. Todos ellos alejados de cualquier tipo de dogmatismo, nos han mostrado que su singularidad, su autorrealización, no dependen de la formación o la información adquirida en sus vidas, sino de la transformación de su vivencias interior.
El valor de dar
Krishnamurti decía que la necesidad está, no en querer cambiar la sociedad, sino en el cambio del propio individuo, para que todo el conjunto social viva en mayor armonía y equilibrio, de los cuales parecemos carecer. Buddha, gran conocedor de la mente humana, enseñaba: "Para enderezar lo torcido debes hacer algo más difícil: enderezarte a ti mismo." De ahí que cuando no somos capaces de cumplir con nuestra tarea principal nos precipitemos en la angustia.
La palabra "angustia" - tan arraigada a nuestras vidas - está, según los lingüistas, en relación directa con angosto, estrecho. Y es cuando el corazón se angosta y se ahoga en el egoísmo que el alma sufre. Inversamente, la alegría vital es pura expansividad y depende de un corazón valiente e íntegro, capaz de dar lo mejor de sí mismo.
Es curioso, como en el ámbito de la psicología, lo que llamamos felicidad, se experimenta en mayor medidad cuando hay entrega a los demás, y ésto lo he escuchado hace pocas horas de Guillermo Ballenato, autor del libro, "Merezco ser feliz" en una conferencia en Vigo.
En este sentido, cobran especial valor, las palabras del Premio Nobel de Medicina Sir John Eccles ,- a quien en su día había invitado a participar en un encuentro sobre Yoga, Cerebro y Medicina en Vigo, - cuando dice que "el altruismo es una de las glorias de la cultura humana y debe ser aprendida como aprendemos una lengua".
Pensar
Sin embargo, el ser humano vive apesadumbrado, sin abrir las compuertas de la compasión y el amor hacia los demás, que sería lo único que nos permitiría eludir la falta de alegría que a menudo nos ocasiona pensar en la existencia.
"Pensar", proviene de una voz latina que alude a la operación de pesar, y tiene múltiples significados, - considerar, examinar, reflexionar, calcular, cavilar, rumiar... - unos más superficiales y otros más profundos, pero en definitiva, pensar, especialmente en occidente, ha llegado a convertirse en una actividad que no está exenta de una dolorosa melancolía, que puede llegar a deprimirnos y agobiarnos ante el peso inextricable de la existencia.
El modelo plástico de este estado psicomental está perfectamente plasmado en la obra "El Pensador" de Rodin, en la que la mano ayuda a soportar el terrible peso del pensamiento contenido en la cabeza; pero el escultor francés ha trascendido la pura abstracción, el mero concepto, la simple idea del pensar y ha sabido expresar un estado anímico mucho más complejo y moderno, algo realmente más íntimo y sutil: la pesadumbre y el malestar que acompaña también al pensamiento.
Continúa en (II)
Custodios del Alma (II)
continuación del (1)
....Sin embargo, el ser humano vive apesadumbrado, sin abrir las compuertas de la compasión y el amor hacia los demás, que sería lo único que nos permitiría eludir la falta de alegría que a menudo nos ocasiona pensar en la existencia.
Estado mental del pensar
"Pensar" proviene de una voz latina que alude a la operación de pesar, y tiene múltiples significados - considerar, examinar, reflexionar, calcular, cavilar, rumiar.....", unos más superficiales y otros más profundos, pero en definitiva, pensar, especialmente en occidente, ha llegado a convertirse en una actividad que no está exenta de una dolorosa melancolìa, que puede llegar a deprimirnos y agobiarnos ante el peso inextricable de la existencia.
El modelo plàstico de este estado psicomental está perfectamente plasmado en la obra El Pensador de Rodin, en la que la mano ayuda a soportar el terrible peso del pensamiento contenido en la cabeza. Pero el escultor francés ha trascendido la pura abstracción, el mero concepto, la simple idea del pensar y ha sabido expresar un estado anímico mucho más complejo y moderno, algo realmente más íntimo y sutil: la pesadumbre y el malestar que acompaña también al pensamiento.
La sutileza del pensar en Oriente
Ahora bien, esta visión apesadumbrada del pensamiento responde a la concepción occidental, porque en otras culturas, especialmente en Oriente y en concreto en el arte indio, la gravedad y el dramatismo existencial no van ligados al acto de pensar, y podemos ver un ejemplo del distinto tratamiento de este asunto en la representación artística del Bodhisattva, que podríamos tomar como el equivalente oriental del Pensador de Rodin.
Estas figuras, los Bodhisattvas Padmapani (tomando como ejemplo los bronces de Cachemira de los siglos VII y VIII), muestran un modelo iconográfico muy distinto, se representan en actitud reflexiva, pero relajada, abierta y expansiva, que viene resaltada por la propia composición de líneas centrífugas, a diferencia del modelo occidental que responde a una concepción predominantemente centrípeta. El arte oriental nos muestra la plasmación de una ternura positiva y compasiva, mientras que en occidente se refleja una actitud más narcisista y egocéntrica.
Pensar en occidente, pensar en oriente
Tal vez de ahí deriva la sensación de pesadumbre del pensador occidental de esa continua preocupación por nosotros mismos, por ese girar, a menudo obsesivo, alrededor de nuestra propia órbita. Tal vez la tensión ante el dolor, ante el sufrimiento de la vida, ante la angustia existencial, se liberaría, simplemente, al extender la mano hacia los demás, al desplegarnos. La solución que nos muestra el arte indio responde a toda una filosofía de la vida, en la que el pensamiento nos conduce al amor, a la compasión y a la acción desinteresada, liberándonos así de la tensión egotista.
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